- ¿Y bien, guapo, no me contestas?, ¿Te ha comido la lengua el gato? - me preguntó Tamara.
- Perdona, hermosa, es que me has pillado un poco por sorpresa, me encantaría pasar la noche contigo - le respondí.
Ella cogió mi mano, me sonrió y me dió un beso en los labios.
- Espero que seas tan agradecido como dices.
- Ya verás como si, guapa.
Acabamos de cenar un poco tarde y Tamara me llevó, esta vez cogimos un taxi, con ella a su casa, desde abajo se veía que los pisos de aquel bloque eran bastante amplios y un poco lujosos.
- ¿Vives sola en un piso tan grande, Tamara? - le pregunté un poco intrigado.
- Vivo con una amiga, hay sitio para las 2 y así compartimos gastos - respondió ella.
- Espero que no le moleste que venga contigo.
- No te preocupes por eso, guapo, somos muy comprensivas la una con la otra, además, a estas horas ya estará durmiendo.
Subimos al piso, era un sexto, y entramos allí. Tamara me llevó al salón y se abrazó a mi y me volvió a dar otro beso. Yo comencé a tocar y acariciar su escultural cuerpo.
- Te iba a ofrecer algo de beber pero igual no quieres nada - me dijo sonriendo.
- Lo único que quiero es a ti - le informé yo.
Tamara me cogió de la mano y me llevó a su habitación, la puerta se quedó abierta, es un detalle en el que en aquel momento no me fijé, pero que luego tendría mucha importancia. Nos volvimos a besar, Tamara introdujo su lengua dentro de mi boca, luego la pasaba por encima de mis la boca, mientras mis manos, acariciaban su hermoso trasero. Sin embargo, de repente, Tamara me apartó de ella con un pequeño empujón, haciendo que me quedara muy sorprendido.
- ¡Siéntate sobre la cama, guapo! - me pidió con tono imperativo.
Yo, en un principio, iba a preguntarle si había pasado algo, sin embargo, por alguna razón, decidí obederla y me senté en la cama. Ella se acercó, me beso el cuello y volvió a separarse de mí.
- Aquí pongo las reglas yo, guapo - comenzó a explicar - Me besarás y me tocarás cuando yo quiera y donde yo quiera.
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