-Tienes 30 minutos para ponerte coqueta y bonita. Te espero en el cuarto, así que no te tardes mucho preciosa porque tú y yo la vamos a pasar sabroso ¿Oíste?
Tras decir esto Felipe cerró la puerta en mis narices dejándome a solas en la oscuridad de su baño. De inmediato eche seguro a la perilla en un vano intento de recuperar algo de intimidad y un mínimo de privacidad ante semejante situación. Un golpe abrupto desde el otro lado de la puerta me hizo dar un salto, cortesía del mismo Felipe, quien agrego:
-Y más vale quedes como una nena rica porque me hiciste gastar un chingo en tu ropa y cuanta madre de belleza: ya te cumplí yo, ahora te toca a ti cumplirme. Más vale te apures sino quieres que me enoje ¨Josesita¨. No quiero esperar más para agasajarme con ese cuerpecito tuyo jajaja.
Dio una estruendosa carcajada y otra palmada a la puerta para luego alejarse con el tosco marchar de sus pesadas botas dirigiéndose a su recamara al otro extremo del pasillo. Su comportamiento bruto, escandaloso, vulgar y casi salvaje era señal de que había consumido metanfetamina o Cristal como se conoce popularmente y la cual es la substancia por la que justamente me encuentro aquí, en un baño de poca mota, a pocos minutos de ser convertido en mujer y ser usado como toda una señorita lista para satisfacer a su hombre en virtud de pagar una vil deuda de drogas.
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Antes de caer en el vicio del cristal era como cualquier chico en la preparatoria hasta que conocí a Felipe o Pipe como le llaman sus amigos más cercanos y clientes. Porque claro tal espécimen de hombre así solo podía tener como oficio el de narcomenudista. Curiosamente el fue una de las primeras amistades que establecí luego de mudarme a los Estados Unidos. Debido a mi nulo conocimiento del idioma mis padres insistieron que tomara clases en un colegio comunitario después de la escuela para dejar atrás los grupos de ´aprendizaje básico´ en donde me había colocado el personal de la High School.
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